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Quique Guillén. Obituario de un grande que nos dejó demasiado pronto.

(Por Esteban Fernández, periodista)

51 años. No es justo. La muerte nunca lo es. Escribir estas líneas me duele el alma. Y el corazón. Lo conocí hace muchos años, allá a principios de los 90, en su faceta radiofónica y cofrade en Onda Jerez Radio. Lo vi por última vez este pasado verano, en ese paréntesis a modo de tregua en nuestro confinamiento, cuando aún podíamos ir a Villaluenga. «¿Cómo te encuentras Quique? Bien, me dijo. ¿No me ves? Anda, vamos al Casino que te invito a una cerveza.

51 años. Por Dios. Pienso en su mujer, en Ana, en sus hijos. En su casa de Villaluenga y los ratos que pasamos charlando de cosas intranscendentes. «Estebita, aquí en la Sierra nada de hablar de trabajo. A pasear, a tomar cervecitas con queso payoyo y a disfrutar, que ya habrá tiempo de preocuparse». Y tenía razón. Gustaba de hacer rutas interminables por los alrededores de Villaluenga, disfrutar de sus paisajes, aprender de la naturaleza. Siempre lo recordaré en la puerta de su casa, en verano, leyendo, tomando un amontillado, sin prisas, como queriendo dilatar el tiempo.

Enrique Guillén en la puerta de su casita de Villaluenga del Rosario

51 años. No hay derecho. Hermano del Perdón, seguidor del Cádiz, el doctor Guillén supo encandilar a todos con su nobleza, su sempiterna sonrisa y su indudable profesionalidad. Fue la primera cara que vio mi hijo al nacer. Yo estaba nervioso, allí en el paritorio. «Tranquilo Estebita que ya sale. Todo está bien». Allí estaba él, con sus palabras que transmitían serenidad. Gran ginecólogo. Grande

51 años. Acabo de dar un puñetazo en la mesa de impotencia. Cierto día un amigo común lo invitó a la Asociación Cultural El Cuadro, a la que pertenezco hace años. Allí compartimos Caseta de Feria, botellas de fino y charlas de fútbol. Gran tipo.

El autor de este artículo, a la izquierda, junto a Enrique Guillén y su hijo

51 años. No encuentro sosiego. Atesoro decenas de buenos recuerdos, fotos, grabaciones… Pero me duele pensar que ya no veré más a Quique. ¡Hermano! Siempre estarás en mi recuerdo y en el recuerdo de las muchas personas que tuvieron la enorme fortuna de conocerte.

Descanse en paz.

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